30.6.08

El muro del inca llora


El muro del inca suena. Cada piedra se ajusta a la otra para crear movimiento dentro de la quietud. Cada roca al juntarse con la otra forma la rajadura del río del cual fue parte, y al cual ha de volver en un eterno retorno hacia el pasado, hacia sí misma.

El inca Pachacámac venció a las tribus que se le oponían, dicen, haciendo una trinchera con sus hombres y saliendo de sorpresa al enemigo. Entonces el enemigo creyó que las piedras se convertían en hombres y atacaban. Esa es la historia del Imperio Inca, el cual no fue vencido, y por el contrario temido hasta el tiempo en que Pizarro llegó.

La roca es el hombre, y la roca suena al juntarse, al tocarse con otra, al sentir al otro. Pero sólo pueden sonar cuando el vacío encaja. Es más que mera organización, se diría que es fatalidad, o providencia la que hace que el muro inca suene como si llevara un río dentro. Así mismo se diría que el sonido que producen los cuerpos cuando se tocan, cuando encajan en el vacío y forman un muro es producido por una especie de azar, que el mismo hombre racional desdeña (e implora en secreto)

Y si los cuerpos no encajan, el río los moldea para que puedan sonar en la noche o en el eco de una canción pasada, en el recuerdo de la voz que llama hacia el río del cual fueron parte las rocas, que ahora se reencuentran en la corriente.

Westphalen, Junio 28 2008.