Y ahí está otra vez la comodidad de encontrar un nuevo significante. La vaina está bien rara. ¿Qué me creo? ¿Es que tengo ínfulas de árbitro? Sí. Creo que soy el árbitro, el que forzadamente encaja significados y significantes. Particularmente este significante me gusta, le queda como bien el significado de… No, no lo diré. Tengo prohibida esa maldita palabra, que me confunde, que se caga todo. Me pueden decir lo que quieran: Cobarde, valiente, marica, marik, cómodo, fácil, difícil, cínico, solapado, platónico, pero nunca me pueden decir enamorado. No me enamoro y no quiero, se lo caga todo. Y ahí está el azar; creo que intencionalmente el muy maldito crea coincidencias, y yo, que soy bueno detectándolas, conecto no sólo significados y significantes, sino significantes y significantes y les embuto significados. Sí, ya sé que estoy tocando fondo: no uno sino dos, hasta tres y más significados. Al nuevo significante lo voy a ver todos los días. Y él me va a ver, sí señor. Sí, señoras y señores, él me va a ver, y me va a ver bien visto mientras yo lo veo. Mientras le atribuyo, [arbitro] significado, él, pasivito pasivito se va a dejar. La meta es como el suelo. En mi caso, la meta [el significante] en el suelo, en el piso, dejándose llenar de todo mi significado.
No puedo negar que es como rebelde el dichoso significante; de hecho, no me había visto hasta que le hablé. ¡Ah! Y él tiene otro significado: pero no importa, yo lo quito, yo puedo, ¡yo sé de teoría de significado y significante! Y luego de que le propuse ser su significado, ¿Saben qué hizo el significante? ¿Se imaginan de qué fue capaz? Se calló. Hizo silencio. Es el significante más silencioso y por lo tanto el más seductor que he visto. Es un significante que calla. Es perfecto, pues yo no puedo decir el significado que le atribuyo. Él será el significante que se dejará atribuir el significado, pero no lo dirá ni lo demostrará. Será un significante sin significado explícito, vulgar, soez. Será el significante con el significado escondido y discreto. Será placer, satisfacción, juego, texto, texido, tejido, tejiendo.
Es el significante que se desvanece. Sé que mi significado lo seduce, pues también es silencioso. Pero [afortunadamente] me es totalmente imposible enunciar cualquier relación tangible con él con el significante, no puedo afirmar que es mío solamente mió y no de otro significado. Me es intangible, me es inefable. No es como el otro, el que lo decía todo, que me hallaba significado y me lo metía, el que me veía la cara de significante. Prometo solemnemente que él, el nuevo significante, conocerá bastante pero no lo suficiente. Es lo que quiero hacer. Seducir al significante, no enunciarle nada, que sea producto de la nada, porque el signo perfecto es el que no distingue entre significado y significante. Una relación sin relaciones; una tensión in-tensionante. La idea y la forma en uno solo: el signo. Si ya están, ¿Para qué explicarlas, doctora Laura? ¿No cree usted que es superflua toda explicación que pueda darse una vez se es un signo? ¿Es lo que hemos estado haciendo? ¿Tratando de mencionar el silencio, de decir lo inefable? Dígame para qué. ¿Para qué explicar un sentido inexistente? Una sonrisa es suficiente. Contemplar el evento estético en su totalidad, no separar[nos]: significado y significante. Contemplar. Reír. Sonreír. Soñar. Veremos y le contaré mi experimento, doctora. Veremos si me acerco y formo signo Con mi nuevo significante.