1.9.13

Confrontación corporal


Anoche acariciaba un cuerpo. Y al hacerlo, los tocaba todos, cada uno de los cuerpos anteriores y futuros. 

Pensé en que no he dejado de amar a ninguno, que el cuerpo, como 'tú' de las canciones, es un significante vacío. Pero más que eso —basta de semiología—: es un universal que se ubica antes de cualquier habla. Cada cuerpo, al ejecutarse, no solo puede ser, sino es todos los cuerpos. Sin embargo, solo existe, en la concreción de la caricia, en ese habla que es el encuentro corporal, un único cuerpo: ese que hablé y que ahora solo puede evocarse... 


Así los olores, los susurros, los juegos con la lengua: en cada instante son solo unos, aunque antes, en su potencialidad, fueran todos, la idea general de "lo corporal". 


Soñé con un tatuaje que lentamente aparecía en mi pierna, como un rollo de escritos en caligrafía china que iba ocultando lo ya leído y se desplegaba constantemente. Me pareció sorprenderme de ese signo de la escritura en mi propio cuerpo, como si siempre hubiera estado allí, escrito por alguien más y nunca lo hubiera notado.