22.8.08

El sosiego



Hay que reconocer,
que me muevo entre la desesperación y la demencia;
por debajo del signo y por el lado de la belleza.
Que hay un yo calmo y tranquilo que no logra reconciliarse con la calma ni el sosiego,
y que por eso busca la inexperiencia,
lo inestable al borde de la clemencia ajena.

Constantemente aparece en sueños, la imagen...
pero llega el temblor, que la agita y la dispersa...
le da un lugar dónde alojarse,
mientras mi ausencia la encuentra.

Al mismo tiempo se busca y se ausenta:
La imagen se nombra, sólo para dar la vuelta.
Y ahí estoy yo [¿Sólo?]
Y la imagen se vayviene...
cuando parecía muerta.

La imagen trae consigo la prueba de la esperanza,
y por eso mismo la ahuyenta.
Se hace, se dice: se tensa.
Se hace tangible, se dice clara, [se pierde, se yerta]

Voy moviéndome por esta tierra adversa,
vengo de sentirla, luego vuelvo a perderla.
Tengo la certeza de que su cuerpo no juega:
tengo motivos, pierdo la fuerza.

La busco y la reniego,
me hace darme cuenta de que no andaba a tientas:
que el reposo y el descanso sólo preceden la ausencia.

¡La encuentro por fin!: la nombro, la trazo,
le tiendo mi mano abierta.
La pronuncio, la encasillo,
y va perdiendo
poco a poco
luminiscencia.

Le ruego, le digo, y la desdigo,
Me arrepiento de la franqueza,
De la razón, del acierto...
Y me pierdo de su naturaleza [incierta].

No hay comentarios: