15.1.14

Las palabras

Las palabras son confusos signos de lo que alguna vez quisimos pensar.
Pero son mudas, toda "palabra" emegergente de las letras no es sino la mascarada de su contrario: son las "voces" de la vida aquellas que se "silencian" en la escritura.
Y leer en voz alta no es darle vida a la palabra, contemplar cómo nace, sino resucitarla.
Como siempre, un preámbulo sígnico que en realidad no quiere decir nada.
No dice otra cosa sino su propio aplazamiento.
Esto no es un decir, es un callar.
¿Cómo no iba a postergar aquello que necesita tiempo, reposo, silencio?
¿Por qué no hacerlo una vez más?
¿Qué afán de algún dictamen?
No te digo, no te recuerdo.
Tal vez te escucho, como en un sueño.
Y de allí mi miedo, mi angustia y mi sudor al dormir.
Porque en el fondo, sabes, te sé recuerdo. Sé que eres tú y no otro el muerto que se me sube, el que murmulla imágenes y aquel al que no puedo ver ---ni imaginar ni recordar--- cuando despierto.
Y eres ese sueño no visto, el sueño no soñado, el dolor que no sana solo... eres eso que por no estar, precisamente por no estar, evidencia su presencia.
Y ahí te veo más.
Allí te quiero más.
Allí te valoro y te extraño más.
Cuando no estás.
Tal vez no quiera amarte con esta fuerza y por eso preferiría que estuvieras, que pudieras leer esto y decirme algo, lo que fuera.
Pero no estás ---y no puedes---.
Por eso te amo.
Gracias por no estar, por no leer estas líneas, por no hacerme sentir la presión insana de "tener" que decirle algo a "alguien", por permitirme la libertad de no teorizar ---y de teorizar sin embargo--- sobre un hipotético pero radicalmente nulo "nosotros".
Gracias.
Mil y un gracias por no darle vida a mis palabras.
Por dejarlas frías, tontas y sordas ante sí mismas.


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